Un comentario crítico es un punto de vista particular que una persona realiza luego de haber leído un texto o escuchado cierta información.

Se considera necesario señalar y recordar las tres características fundamentales del comentario crítico, circunscribiéndose a lo siguiente:

  • Análisis pormenorizado del tema;
  • Contenido de ideas propias del crítico y;
  • La brevedad de un artículo escrito.

1) Análisis pormenorizado del tema

Cuando vayamos a elaborar un Comentario Crítico, debemos:

  • Hacer un exhaustivo análisis, desde un punto de vista crítico, a las ideas expuestas en la pieza a criticar, la que podría ser un artículo, un libro, una película, etc…
  • Elaborar un reforzamiento o una refutación de las tesis expuestas por el autor de la pieza a criticar con argumentos propios.
  • Establecer una relación, de la pieza a criticar, con otros temas y con otros autores que lo hayan tratado. También con lecturas, ensayos, películas que hayas leído o visto y que traten el mismo tema, bien sea desde el mismo punto de vista o desde otro.
  • Plasmar las respuestas a las interrogantes siguientes: ¿Qué ha querido decir el autor de la pieza a criticar? ¿Estamos de acuerdo o no? ¿Por qué? ¿Qué resulta de nuestro análisis de nuestros argumentos empleados? ¿De qué manera ha intentado convencernos el autor? ¿Lo ha conseguido? ¿Qué otros argumentos podrían haber empleado? ¿Qué contraargumentos podemos aportar nosotros?
  • Elaborar un esquema previo con las ideas fundamentales que desarrollaremos en el comentario crítico. Es vital, partir del tema que hemos señalado en el análisis, teniendo en cuenta las ideas que hayamos destacado como principales o interesantes.

2) Contenido de ideas propias del crítico

Para elaborar nuestro comentario crítico, te invitamos a seguir la siguiente estructura, en la que se debe hacer una exposición basada en una contundente argumentación:

A) Introducción

Básica y fundamentalmente se tratará, usualmente, de un párrafo en el que se hace la exposición de motivos, el que aportará lo siguientes datos:

  • El tema que se trata en el texto propuesto mediante una frase abarcadora de su contenido, como, por ejemplo, «El artículo que se nos propone trata de… «; y cuál es la postura del autor.
  • El interés del texto, bien sea por su originalidad de contenidos, enfoque o forma de exposición, su relación con su época, corriente cultural o ideológica, por su vigencia o relación con la actualidad, con temas o problemas actuales, temas que tienen que ver con la historia.
  • El enunciado de nuestra propia postura, es decir, nuestra tesis. Debemos enunciarla con claridad y concisión. Lo que aquí se diga va a dar coherencia a todo el comentario. Es decir, vamos a explicitar nuestra tesis, estableciendo que esta puede ser convergente, vale decir, de acuerdo con la postura del autor de la pieza a criticar o divergente, o sea, en desacuerdo con la postura del mismo.

B) Desarrollo – cuerpo argumentativo

Usualmente, se redactan uno o dos párrafos, generalmente los más largos, explayando la argumentación de nuestra tesis, desarrollando las razones que apoyan nuestra posición. Los argumentos que se aporten se pueden poner en relación con los del texto, pero tenemos

que ofrecer argumentos propios y originales. Debemos expresar nuestra posición ante lo expuesto por el autor de la pieza a criticar, bien sea corroborando, refutando o matizando lo que aparece en el texto la misma. Por lo tanto, dicho texto solo se debe mencionar de trasfondo para decir algo nuevo, no para repetir la información.

Ahora bien, en el desarrollo de nuestro comentario, nuestra postura debe estar clara. Si compartimos la tesis del texto, debemos identificar claramente los argumentos del mismo, destacar lo que consideramos válido de ellos, aportar nuevos puntos de apoyo e incorporar argumentos adicionales, entre otros recursos que consideres necesarios.

Recuerda que el comentario crítico es tu opinión. Si no compartimos la tesis del texto, en este caso, los argumentos del texto serán para nosotros argumentos contrarios, los que debemos oponer con argumentos propios y sus correspondientes apoyos.

Obviamente, también puede suceder que compartimos algunos aspectos del texto y otros no. En este sentido, se debe puntualizar cada uno y dejar en claro nuestro pensamiento plasmado en el comentario, para evitar las ambigüedades.

C) Conclusión

Consiste en darle un final a nuestro comentario, con un breve párrafo para que no termine de una manera abrupta. Puedes optar por:

  • Un cierre llamativo.
  • Un párrafo final de recapitulación que implique una síntesis de los argumentos y valoración final que confirme la tesis planteada.
  • La reformulación de nuestra tesis o postura.

Ejemplo de Comentario Crítico

«La disciplina de la imaginación”

Recuerdo que cuando yo estudiaba sexto de bachillerato, la clase de literatura consistía en una ceremonia entre tediosa y macabra. Un profesor de cara avinagrada subía cansinamente a la tarima con una carpeta bajo el brazo, tomaba asiento con lentitud y desgano, abría la carpeta y comenzaba a dictarnos una retahíla de fechas de nacimientos, títulos de obras, características de diversa índole y fechas de defunción que era preciso copiar al pie de la letra, porque en caso de que no supiéramos el año de la muerte de Calderón de la Barca corríamos el peligro de suspender el examen.

Afortunadamente para mí, a esa edad yo ya estaba enfermo sin remedio de la literatura y había tenido ocasiones espléndidas de disfrutarla, pero comprendo que, para mis compañeros de clase, cuyas únicas noticias sobre la materia eran las que nos daba aquel lúgubre profesor, la literatura sería ya para siempre odiosa.

Y del mismo modo que la educación religiosa del franquismo fue una espléndida cantera de librepensadores precoces, la educación literaria era, y en ocasiones sigue siendo, una manera rápida y barata de lograr que los adolescentes se mantuvieran obstinadamente lejos de los libros.

MUÑOZ MOLINA, A. (1991).

Madrid, Asociación de Profesores de Español.

Comentario Crítico al texto anterior

«En el texto propuesto, el autor Antonio Muñoz Molina aborda el tema de la influencia del profesorado en los estudios de los jóvenes. Para ello, se sirve de una estructura descriptiva en el primer párrafo, que a su vez sirve como introducción, cuyo principal punto de interés es la clase de literatura que el autor tuvo que sufrir durante sus años de bachiller.

Esta descripción de la clase está plagada de connotaciones negativas: “la clase consistía en una ceremonia entre tediosa y macabra”, “un profesor de cara avinagrada (…) tomaba asiento con lentitud y desgano”, “retahíla de fechas…”; de modo que el lector comprende inmediatamente lo aburrido de aquellas sesiones.

En los dos párrafos siguientes se utiliza una estructura argumentativa de tipo inductivo: En el primero de ellos, el autor utiliza un argumento de conocimiento general, utilizando su propia experiencia vital: a él, que ya había disfrutado de la literatura, aquel profesor desmotivado no pudo hacerle perder el gusto por la literatura, pero a quien no había tenido ocasión de acercarse a los libros aquellas clases les hacían alejarse de ellos.

En el segundo, el autor enuncia su tesis, que es que la educación literaria del franquismo hizo que la literatura perdiese gran número de seguidores. Desde mi punto de vista, el autor tiene razón al decir que los profesores aburridos y desmotivados contagian su hastío a los alumnos a los que imparten clase, pues a lo largo de mi vida como estudiante he tenido que sufrir las lecciones de muchos profesores así, y, al igual que los compañeros de clase de Muñoz Molina, acabé cogiéndole rabia a muchas materias.

Lo que a los compañeros del autor les sucedió con la literatura, a mí me sucedió, en mi etapa de Bachillerato, con la filosofía, pues en esta asignatura tenía un profesor casi igual al que se describe en el texto, al cual, además, no se le entendía cuando hablaba.

De todas maneras, también es verdad que de todo se puede sacar algo positivo, pues el haber sufrido aquellas clases, que en ocasiones eran auténticas torturas, me ha hecho ver claramente lo que yo, como profesor, no quiero ser.»