Un locus amoenus es un tópico literario que describe un espacio físico como un lugar hermoso, tranquilo e idílico. Se refiere usualmente a un edén o bosque amplio, sereno y bello, que se menciona en metáforas o analogías para describir una situación llevada a cabo en un paisaje de temporada, por ejemplo.

Esta representación puede vincularse a eventos espirituales o fantasiosos. Pero también llenos de amor, idilio o nostalgia.

En otras palabras, el locus amoenus relaciona directamente el aspecto de un ambiente con los sentimientos de los involucrados.

Ejemplos de locus amoenus

  • Ejemplo 1:

“Corrientes aguas puras, cristalinas,

árboles que os estáis mirando en ellas,

verde prado de fresca sombra lleno,

aves que aquí sembráis vuestras querellas,

hiedra que por los árboles caminas,

torciendo el paso por su verde seno:

yo me vi tan ajeno del grave mal que siento

que de puro contento

con vuestra soledad me recreaba,

donde con dulce sueño reposaba,

o con el pensamiento discurría

por donde no hallaba

sino memorias llenas de alegría”.

  • Ejemplo 2:

“Se fueron las nieves, ya vuelve la yerba a los campos [y al árbol su cabellera; cambia

de modos la tierra y los ríos decrecen corriendo de [nuevo por los cauces de siempre;

la Gracia y las ninfas, hermanas gemelas, desnudas se [atreven

a dirigir sus coros…”. (Horacio Quiroga).

  • Ejemplo 3:

«Las noches en que hay luna, el sepulturero avanza por entre las tumbas con paso singularmente rígido. Va desnudo hasta la cintura y lleva un gran sombrero de paja. Su sonrisa, fija, da la sensación de estar pegada con cola a la cara. Si fuera descalzo, se notaría que camina con los pulgares del pie doblados hacia abajo.

No tiene esto nada de extraño, porque el sepulturero abusa del cloroformo. Incidencias del oficio lo han llevado a probar el anestésico, y cuando el cloroformo muerde en un hombre, difícilmente suelta. Nuestro conocido espera la noche para destapar su frasco, y como su sensatez es grande, escoge el cementerio para inviolable teatro de sus borracheras.» (Horacio Quiroga).