Comentario de texto

Se trata de un análisis o interpretación de un párrafo o texto realizada por el lector.

Este tipo de comentario incentiva el crecimiento intelectual y la capacidad compresiva de la lectura, el análisis crítico, la forma de expresión, bien sea escrita u oral, entre otras cosas.

No existe un texto específico al cual pueda hacérsele comentario. Este tipo de acciones está abierta a todo tipo de texto para el cual se requiera realizarlo.

La estructura básica de un comentario de texto es:

  • Lectura
  • Autor y época literaria
  • Texto y Obra
  • Genero literario
  • Forma
  • Contenido
  • Conclusión

Al momento de realizar un comentario de texto debes tomar en cuenta lo siguiente:

  • Analizar y desglozar el texto con el fin de facilitar mejor la compresión.
  • Concretar la estructura del comentario estableciendo el tema del texto.
  • Iniciar la redacción de forma expositiva.

Ejemplo de comentario de texto

  1. Texto Narrativo

Fragmento de Campos de Níjar (Juan Goytisolo)

“— En su país debe llover. Siempre he querido ir a un país donde haya lluvia, pero nunca lo he hecho y ahora… Está ya duro el alcacer para zampoñas…

Las palabras salen difícilmente de sus labios y mira absorto a su alrededor.

— Aquí han pasado años y años sin caer una gota, y mi mujer y yo sembrando cebada como estúpidos, esperando algún milagro… Un verano se secó todo y tuvimos que sacrificar las bestias. Un borrico que compré al acabar la guerra se murió también. No se puede imaginar lo que fue aquello…

La llanura humea en torno a nosotros. Una bandada de cuervos vuela graznando hacia Níjar. El cielo sigue imperturbablemente azul. El canto de las cigarras brota como una sorda protesta del suelo.

— Nosotros sólo vivimos de las tunas. La tierra no da para otra cosa. Cuando pasamos hambre nos llenamos el estómago hasta atracarnos. ¿Cuántas dijo que se comía usté?

— No sé, docenas.

— En casa hemos llegado a tomar centenares. El año pasado, antes de que mi mujer cayera enferma, le dije: “Come, haz igual que yo, a ver si reventamos de una vez”, pero los pobres tenemos el pellejo muy duro.

El viejo parece verdaderamente desesperado y, como hace ademán de levantarse y escapar, me incorporo también.

— ¿A cuánto las vende usted?–digo.

El viejo vuelca las tunas por el suelo y se mira las alpargatas

— No se las he vendido. Se las he regalado.

Torpemente saco un billete de la cartera.

— Es una caridad– dice el viejo enrojeciendo–. Me da usté una limosna.

— Es por las tunas.

— Las tunas no valen nada. Déjeme pedirle como los otros.

Por la carretera pasa una motocicleta armando gran ruido. El viejo alarga la mano y dice:

— Una caridad por amor de Dios.

Cuando reacciono ha cogido el billete y se aleja muy tieso con el cenacho, sin mirarme”.

«Resumen

Se trata de un fragmento narrativo de la obra de Juan Goytisolo titulada Campos de Najar donde se narra en primera persona una conversación entre un viajero-narrador y un aldeano o campesino nijareño. En primer lugar el aldeano informa al viajero de sus circunstancias familiares, económicas, sociales e, incluso, de su alimentación. A continuación, se produce un acto peculiar por el que el aldeano ofrece al narrador tunas o higos chumbos, y el viajero cree que le está vendiendo las tunas, cuando en realidad se las regala; aunque eso sí, el campesino acepta una “limosna” como auxilio a su pobre situación económica.

Comentario y organización de ideas del texto

El tema principal de este fragmento narrativo es la pobreza social y económica de la comarca de Najar, que obliga a sus habitantes a emigrar o a malvender higos chumbos.

Aunque el episodio narrado está incompleto (falta su inicio), presenta una ordenación cronológica o temporal de los hechos narrados:

1) El aldeano informa al narrador de sus circunstancias familiares, económicas, sociales… Así, el lector descubre que el aldeano es una persona de edad madura que por sus años no puede emigrar (seguramente a Cataluña), que la sequía permanente de la comarca ha arruinado su siembra de cebada y les ha obligado a sacrificar sus burros; y que, finalmente, sólo se alimentan de las tunas o higos chumbos.

2) El aldeano ofrece indirectamente higos chumbos al viajero, el cual acepta el ofrecimiento y está dispuesto a comprarle unas cuantas tunas. El lugareño aclara al narrador que no se trata de una compraventa de higos chumbos, sino que el dinero recibido es en concepto de limosna.

3) A modo de conclusión o desenlace de este fragmento narrativo, se narra cómo el aldeano se aleja del lugar en cuanto ha recibido el dinero.

Comentario Crítico

(Esbozado brevemente)

Juan Goytisolo es un destacado novelista español de mediados de los años 50 del siglo XX y Campos de Níjar constituye un “libro de viajes” escrito en estos años, precisamente. De modo que refleja la situación social, económica, política y humana que vivían la provincia de Almería y España en plena época del franquismo (dictadura, represión, aislamiento internacional…). El autor nos presenta una Almería sumida en la pobreza material y cultural, cuyos habitantes se ven obligados a la dura supervivencia en un medio que apenas si daba para subsistir con hambre y carestía o, por el contrario, a la emigración casi forzosa, para buscar en otras tierras lo que aquí no se podía encontrar.

Así el lector ve cómo un viejo aldeano ha perdido su cosecha de cebada y sus burros, y cómo se ha arruinado de manera que sólo se alimenta de higos chumbos, que también malvende por unas pocas monedas. Sin embargo, este aldeano tiene su dignidad y orgullo; él afirma que no vende los higos chumbos sino que los regala, porque sólo vive de la limosna, de lo que otros le dan por caridad. Y es que las tunas o higos chumbos son tan poca cosa que casi no vale la pena venderlos a la gente.

Otros almerienses (igual que muchos andaluces, extremeños, gallegos…) se veían condenados a emigrar normalmente a Cataluña, Alemania o Suiza. Y en estos lugares de destino trabajaban en fábricas, talleres o en andamios para ahorrar algún dinero y poder regresar a la tierra de origen con lo mínimo para empezar una nueva vida; aunque también había muchos emigrantes que decidían permanecer definitivamente en la tierra nueva que los había acogido. En este sentido hay una excelente y reciente película titulada “Un franco, catorce pesetas” que refleja esta situación tan típica de la España de los años 50 y 60.

Por otra parte, este fragmento contrasta grandemente con la situación social y económica que vive Almería (y buena parte de España) en los primeros años del siglo XXI. Así, ahora abundan los invernaderos, las extensiones agrícolas explotadas industrialmente y cuyos productos se venden en todo el estado español y se exportan a Europa y América. Esto ha generado cierta prosperidad económica y la presencia de numerosos inmigrantes: magrebíes, lituanos, rumanos, sudamericanos… que suelen verse en los campos y tierras almerienses.»

  1. Textos Periodísticos

«Ceguera Espido Freire (LA RAZÓN)

Ahora que el dolor y los nombres de los heridos y los muertos dejan paso a las preguntas, la necesidad de explicaciones y las reparaciones, ahora, que es el momento para que hablen los políticos y los gobernantes (y no antes, cuando la atención y las medidas debían centrarse en las víctimas), ahora es el tiempo para reflexionar sobre los porqués. No el mayor y más desgarrador, por qué a esa hora, por qué ese hombre, esa muchacha, por qué el fin de una vida joven y sin culpas mayores. No existe razón para ninguno de esos doscientos muertos, ni para la amputación bárbara de pies y manos, ni para el recuerdo perenne de los vagones retorcidos. No la hay, salvo que la vida es imprevisible y cruel pese a nuestras construcciones imaginarias y nuestros consuelos de rutina y tranquilidad, que sabemos que habrá un fin pero no tenemos el menor poder para preverlo o atenuarlo.
Sin embargo, si como algunas de las pruebas apuntan, como la mayor parte de los diarios internacionales parecen creer, nos encontramos frente a un atentado islamista, habrá otros porqués; los terroristas habrán pasado por alto las manifestaciones populares, el no a la guerra de hace un año, para vengarse de la decisión política que se tomó sin escuchar el rechazo general, y eso nos los hará aún más crueles y sanguinarios. Como españoles, la mayor parte de nosotros podíamos comprender el odio y el ataque a los estadounidenses, no hacia nosotros. Pero nada real hicimos para detener esa guerra. No exigimos un referéndum, no se paralizó el país durante días, ni siquiera se censuró esa política en las elecciones municipales. Quizás porque la catarsis de las manifestaciones masivas nos dejó satisfechos, quizás porque tradicionalmente somos un pueblo pasivo, resignado a los tejemanejes políticos y poco participativos. Quizás porque las posibilidades de inversión en Afganistán e Iraq eran tan interesantes que no se podía prestar atención a ninguna queja.
Fuimos parte agresora en esa guerra, con una actitud muy similar a la de los americanos; lamentábamos las víctimas, pero se libraba lejos de nuestro territorio. Y la percepción de sentirnos en contra, de habernos mostrado en contra, nos hacía desvincularnos de las decisiones políticas, como si los españoles que colaboraban con Inglaterra y EE UU no fuéramos nosotros.
Lo éramos, y al participar en esas matanzas nos pusimos en peligro. Nunca se entra en una guerra impunemente. Nada puede justificar una asesinato, pero por ello mismo todas las muertes son iguales. La del afgano y la del Pozo. La del niño iraquí y la del bebé número 199.
No nos lo merecíamos, pero no somos una sociedad inocente. Sí ciega, sí poco reflexiva, sí ensoberbecida con nuestros pequeños logros en el mundo. Michael Moore, en sus dos ensayos sobre la política estadounidense habla de cómo los americanos no acaban de entender por qué el resto del mundo les odian. Nosotros, al parecer, tampoco lo comprendemos: por desgracia, por nuestra culpa, tienen muchas razones.

Comentario Crítico

En la prensa diaria, dentro de los llamados géneros de opinión, suelen escribir «columnas» habituales o artículos sueltos y ocasionales, escritores, pensadores e intelectuales. Este es el caso de la novelista Espido Freire, una de las figuras más relevantes de la narrativa actual, que aquí expresa sus reflexiones sobre los atentados del Once de Marzo, pocos días después de que hubieran sucedido.
Este artículo presenta la estructura típica de los textos argumentativos: es decir, comienza por una introducción al tema tratado (el dolor por las víctimas de los atentados no debe impedir una reflexión racional sobre el terrorismo islámico), continúa con una exposición o desarrollo de argumentos (la participación española en la guerra de Iraq ha provocado sentimientos de odio y venganza en el mundo musulmán) y cierra el artículo con una conclusión: la sociedad española no es inocente, a pesar de las protestas y movilizaciones contra la guerra de Iraq y la política belicista de Bush, Blair y Aznar.
Se deduce por el tono en que está escrito el artículo que la autora formó parte de las voces que se alzaron contra la invasión de Iraq y el imperialismo norteamericano, y aunque comparto buena parte de los motivos que impulsaron estas movilizaciones, no por eso dejo de estar en desacuerdo con algunos de los argumentos de Espido Freire.
El mundo islámico es muy extenso (casi mil millones de personas lo componen) y si resulta exagerado afirmar que los musulmanes odian a España por su participación en la guerra de Iraq, mucho más que este supuesto odio forma parte de las causas que provocaron los atentados del Once de Marzo. Porque la población islámica es muy numerosa (un tercio de la humanidad, aproximadamente) y la mayoría de sus creyentes, a pesar de los cerrados principios religiosos que obedecen, a pesar, incluso, del sentimiento de odio que pudieran sentir algunos hacia EE.UU., Israel, Gran Bretaña o España, no por eso deben considerarse sospechosos de cómplices con el terrorismo salvaje de Al Qaeda, organización que seguramente la mayoría de los musulmanes rechaza y maldice.
Argumentos, como el sostenido por Espido Freire, equivalen a afirmar que el supuesto odio de los vascos hacia España es la principal causa del terrorismo etarra, y que además la sociedad española no es inocente de los atentados porque, en su gran mayoría, comparte la lucha policial y la persecución implacable, pero democrática contra ETA.
La sociedad española al igual que la sociedad islámica son inocentes de los atentados del Once de Marzo. Éstos fueron el sangriento resultado de la mente perversa de un grupo criminal. Bien es cierto que en nada beneficia la política imperialista, ultraconservadora y militarista de George Bush, ni los oscuros intereses que las multinacionales norteamericanas y británicas mantienen con el petróleo que se extrae en Iraq. Pero en esos asuntos los españoles somos inocentes.
Finalmente, debo decir que comparto con la autora de este artículo la necesidad de hallar una explicación seria, racional y coherente de las causas del Once de Marzo, más que nada porque de ello depende que no haya más víctimas inocentes entre la población, que la convivencia entre la sociedad española y la islámica se mantenga en libertad, tolerancia y respeto mutuo de la pluralidad de ideas, sentimientos y creencias.»